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La visita realizada por los alumnos de 6° Año del Ciclo Superior (obviamente acompañados por algunos docentes de la Institución) a la 39° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires llevada a cabo el miércoles 30 de abril pasado el mediodía en el pre dio de La Rural, lo dice tal como el título de este editorial: Era un “mix” de todo.
Y lo era porque si ud. llegaría a ir, encontrabas cualquier cosa como si fuera un shopping: Stands de editoriales y librerías; cafés; restaurantes; propagandas (más de la gestión macrista en la Ciudad de Buenos Aires y sus amigos del poder [llámese Clarín, La Nación, etc.], además de otros auspician tes como Baggio [la marca de jugos], Banco Provincia, MetLife [una compañía de seguros], entre otros que hablaremos más adelante); y por sobre todo, libros. Esos principales anfitriones de la feria que de a poco parecen perder algo de protagonismo.
Entre los stands podrías encontrar a editoriales conocidas como Planeta, Alfaguara, Santillana, Sudamericana, etc., también de textos en inglés, entre ellas Pearson Longman, Macmillan, Richmond, Oxford, etc.; religiosas; artesanales como las de los mi ni-libros con chistes de todo tipo, y todo sobre los astros para poder conocer su signo del zodiaco, entre otros. También había varias librerías conocidas como El Aleph, entre otras conocidas y no conocidas que venden sus libros al mismo precio que la ofrecen en sus sucursales; también podrías apreciar varios (¿Cómo lo podríamos llamar?) “outlets” de re vistas, libros y por sobre todo, ti ras cómicas e historietas (más animé, manga, entre otras historietas niponas) que las vendían a precios muy accesibles para el público en general (lo olvidaba, también había posters de obras de arte y de grupos musicales [más de ahora], y álbumes de figuritas con más de aproximadamente 100 sobres para poder completarlo).
Hasta ahí casi todo muy lindo, de color de rosa, pero quiero enfocarme en algo que me llamó la atención: el exceso del uso de la Feria con fines comerciales por parte de los patrocinadores como de los propios organizadores. Siempre cuando solías recorrer algún pasillo de un pabellón, te encontrabas con un cartel del diario Clarín o del Banco Provincia, por así decir. También, resultaba imposible comprar algo para tomar dentro del predio, porque el precio ya sea de una gaseosa, jugo (si no era Baggio, por que allí se repartía gratis) o una simple botellita de agua rondaba los $13 o $15. Volviendo al tema, hasta en los que identifican a los stands, aparecían logos como de dicho banco o de la Fundación El Libro (a ese lo dejamos pasar porque es el principal organizador del evento), etc.
Otra cosa para destacar de ese lugar, es la falta de algunos stands de ciertas universidades (como la UNLP, o la UNLZ, etc.), institutos superiores, entre otros organismos del Gobierno Nacional. Ya vi que la batalla cultural entre el oficialismo y la oposición y la pelea entre dicho Gobierno y algunos medios críticos al mismo se notaba hasta en un evento cultural como éste. Algún K tendría la razón si pensaría que el Pabellón Central era el “pabellón oligarca” al ver que los únicos dos stands eran los del Grupo Clarín y La Nación, y lo que me llamó más la atención era el nombre de dicho pabellón: José Alfredo Martínez de Hoz. El mismo tipo que económica mente llevó al país hacia el iceberg que hundió al Titanic es homenajeado en el predio usurpado por la Sociedad Rural Argentina en el pabellón central con los stands de las empresas periodísticas que fueron recontra privilegiadas durante la dictadura más ne fasta de nuestra historia. El único medio aje no a esos dos que aparecía en la feria era Página/12. después, ni uno.
En fin, en la Feria del Libro 2013 podías encontrar cualquier cosa como si estuvieras en un shopping. Parece que últimamente además de tener fines culturales, tenía otros marketinescos y parecía algo politizada. Por eso digo que es un “mix” de to do.
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